Las Olas
El horizonte se vestía de naranja atardecer, mi viaje había empezado
hacía unos días con la gente del circo, el transporte, una camioneta,
vieja, le decíamos la hojalata con cariño. Era del viejo Alfonso, un
hombre de gran barba que hacía de vez en cuando trabajos con nosotros.
En la tarde volvíamos por la carretera pegados al mar,
con Alfonso conversábamos de alguna cosa sin importancia, tal vez de la
mujer, o del partido de fútbol, la carretera se veía infinita y el clima
árido causaba una idea de calor, del lado derecho el sol se ocultaba
con suma paciencia, al frente había otra camioneta, mucho más nueva y en
el balde viajan dos muchachos de mediana estatura que comenzaron a
tirarnos cosas, una llave al principio que la tomé curioso, no se como
exactamente llegó a mis manos, se parecía a la de casa, pero tenía un
llavero circular blanco. Intenté devolvérsela aventándola por la
ventana, ellos ni se inmutaron siguieron con la agresión y contra todo
sentido los objetos atravesaban el parabrisas y nos golpeaban, el viejo
Alfonso no pudo hacer otra cosa que salirse de la ruta y encaminarse a
la mar, al principio todos asustados pensamos que la ojalatita se iba a
hundir sin remedio, pero al entrar nos fuimos tranquilizando al ver que
flotaba. Todavía con la adrenalina en sangre comenzamos a disfrutar del
momento, una hermosa conjugación de sensaciones comenzaron una melodía
al ritmo de las olas, la espuma del mar desapareció, me senté en el
"balde" de la chata que era de madera, alado mío iba Julio que me
comentaba de como era la vida más allá del horizonte, no le creí,
simplemente porque el más allá del horizonte era ese momento congelado
en un instante mágico de encuentros y sensaciones antiguas.
Felipe
No hay comentarios:
Publicar un comentario